
Elton
John, que venía de actuar como gran estrella del concierto celebrado el
pasado domingo en Wembley en memoria de Diana de Gales, no se olvidó
prácticamente ninguno de sus éxitos.
Por el escenario fueron pasando
"Rocket man", "Tiny dancer", "The one" y pudo comprobarse que algunas
de estas canciones, como "I guess that's why they call it the blues",
funcionan perfectamente sin sus arreglos originales.
Pero en los tiempos más lentos se echaba en falta la intimidad de un recinto pequeño.
Tal
vez por eso lo mejor del concierto llegó en la parte final, cuando
Elton John abordó "Philadelphia freedom" y el público, hasta entonces
educado y un poco distante como el propio artista -y que superaba con
creces los cuarenta años en su gran mayoría- comenzó a dar palmas.
El
hombre del piano empezó a pasarlo bien de verdad y se puso a tocar como
un músico de jazz, justificando su presencia en el cartel de este
festival -que hasta entonces había sido todo un misterio-. Hizo un
guiño a Glenn Miler y enlazó la parte instrumental de "Bennie and the
jets" con "In the mood". Fue la única sorpresa del concierto y el
público se lo agradeció.
Ya con la mayor parte de los espectadores
de pie, ejecutó una vibrante versión de "Crocodile rock", y puso en
apuros al público al hacerle corear la parte del falsete. Él también
canta esa parte en una escala mucho más baja ahora.
Luego se
despidió entre ovaciones, pero regresó enseguida para un breve bis.
Antes de volverse a sentar frente al piano firmó autógrafos a los
espectadores de las primeras filas y agradeció en inglés el trató
"habitual" que se le dispensa en España.
Elton John cerró su repaso a tres décadas de éxitos con "Don't let the sun go down on me"
Después de hora y media de actuación, el hombre del piano empaquetó sus canciones y se marchó tras haber dado toda una lección de oficio.